jueves, 30 de abril de 2015

JUSTO JORGE PADRÓN: "Los círculos del infierno"

Padrón, el primer poeta español que publica en lengua kazaja

"Los círculos del infierno" fue publicada por primera vez en 1976 y desde entonces ha sido traducido a más de cuarenta idiomas y ha recibido setenta premios o menciones.


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La obra de Padrón está traducida a más de cuarenta obras (Cortesía)

"Los círculos del infierno", obra del poeta Justo Jorge Padrón, es el primer libro de poesía española que se publica en lengua kazaja, según afirmó hoy el embajador de España en Kazajistán, Pedro Larrotcha, durante la presentación del volumen en la Universidad Nacional Euroasiática L. N. Gumilyov.
Ante una audiencia de poetas y representantes académicos, Padrón (Las Palmas de Gran Canaria, 1943) afirmó que el dolor "cuando no mata o destruye, vivifica, ilumina y nos hace más hondos"
Y aseguró que el dolor le enseñó "a buscar en el inconsciente, a descender por el abismo a través de la escalera de instinto para encontrar la luz de hallazgo, aunque su precio fuera peligroso".
"Los círculos del infierno" fue publicada por primera vez en 1976 y desde entonces ha sido traducido a más de cuarenta idiomas y ha recibido setenta premios o menciones.
La obra fue galardonada con el Premio Fastenrath al Mejor Libro de Poesía del Quinquenio 1973-1977, distinción que sólo el poeta español Federico García Lorca había recibido anteriormente.
Traducida por la poeta kazaja y doctora en filología francesa Tanakoz Tolkynkyzy, que "trabajó el texto del francés al kazajo y fue asesorada por poetas que dominaban el español", explicó el autor
Por su parte, Padrón se encargará de recopilar la obra de otros homólogos kazajos para que pueda ser leída en nuestro idioma.
La traducción de "Los círculos del infierno" fue financiada por la embajada de España en Astaná, cuyo embajador, en colaboración con el rector de la Universidad Gumilyov, Yerlan Sydykov, inauguró recientemente el centro de lengua española "Ruiz González de Clavijo".



FUENTE:    EL UNIVERSAL

                                      Venezuela


VÍCTOR VEGAS: "La edad del rock and roll"

El venezolano Víctor Vegas irrumpe en el mercado editorial español

Otro escritor venezolano se abre paso en el mercado internacional del libro. Esta vez se trata del dramaturgo Víctor Vegas quien irrumpe en España con algo más que una novela de aventuras. "La edad del rock and roll" es un relato coral sobre las vivencias juveniles que aún danzan en nuestra memoria.

 

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El autor reside en España desde 2008 (Cortesía)

A la hora de hacer balances, seguramente no serán muchos los escritores venezolanos que hayan cultivado el género de las aventuras. Víctor Vegas (Barquisimeto, 1967) asume ese camino en la novela "La edad del rock and roll" (Ediciones Carena, 2015).

Sin embargo, la forma como Vegas aborda ese género va más allá de lo establecido. "La edad del rock and roll" es una novela coral que cuenta relatos dentro de una gran historia. El accidentado viaje que emprenden tres adolescentes con el fin de ver tocar en vivo a su banda favorita de rock, la británica Yes, es sólo la apertura de un profundo entramado.

La novela cambia de narrador según la perspectiva del recuerdo. Es virtud de esta obra ubicar al lector en la piel de los protagonistas. De ahí que se lee como si fuera un testimonio propio.

Un juego de memorias, un homenaje al niño que asumió sin vacilaciones los riesgos de hacerse adulto a su manera. "La edad del rock and roll" suma muchas historias y diversas vías de contarlas. La clave que integra la narración es el sentido de la aventura.

El viaje de los tres adolescentes tiene como punto de partida la ciudad de Barquisimeto, después pasa por Caracas y culmina en Río de Janeiro, su destino final. Los protagonistas pretenden asistir al mítico concierto de Rock in Rio, que se celebró en esta ciudad brasileña, en enero de 1985. La novela del creador venezolano llamó la atención del sello catalán Ediciones Carena, con quienes firmó contrato para su lanzamiento en España.

   Víctor Vegas reside en España desde 2008, tiene publicado varios libros de teatro y narrativa, entre ellos, "Mensajes en la pared" (2006), una colección de relatos que un año después de su publicación por Monte Ávila Editores, obtuvo el Premio Municipal de Literatura de Caracas en la mención cuento.

 

 

   FUENTE:         EL UNIVERSAL


                                  Venezuela

MANUEL MOYANO: Autodidacta.

Manuel Moyano: "Veo la literatura como inspiración"

"La literatura es algo vocacional y autodidacta . No hace falta estudiarla para ser escritor", asegura el escritor español.

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Manuel Moyano (Córdoba, 1963) conoce Venezuela a través de los escritores que ha leído. Salvador Garmendia, Arturo Uslar Pietri, José Balza, Eugenio Montejo, Rafael Cadenas. Un cuento de Julio Garmendia, incluso, le sugirió al español el decorado de uno de sus relatos. El narrador viajará por primera vez al país como invitado al Festival de la Lectura Chacao, que se inaugura hoy en la Plaza Francia de Altamira.

El finalista del Premio Herralde de Novela 2014 tendrá cuatro actividades en la feria. Mañana, por ejemplo, hablará de su obra con Sergio Dahbar. El domingo, en cambio, tendrá una conversación con Alfredo Chacón acerca de curandería. "Hispanoamérica es uno de mis grandes referentes literarios. Ir a ese continente, incluido Venezuela, es como asistir a una de mis patrias de la escritura", dijo el autor, que ha publicado libros de ensayos antropológicos, de relatos y novelas.

El imperio de Yegorov, sobre un hombre que contrae una infección en África que tiene efectos colaterales positivos, le dio reconocimiento internacional. Su mención en el certamen de Anagrama hizo que un mayor número de personas se interesaran por sus publicaciones. "Ser finalista del Herralde es una especie de meta cumplida. Como algo que se cree que no va a llegar pero al final llega. Es evidente que hace que el lector y el mercado te perciba más. La prueba de ello es que ahora haya sido invitado a Caracas, de lo contrario creo que no hubiese sido tomado en cuenta".

Manuel Moyano escribió su más reciente novela en 15 días. El narrador español tiende hacia una escritura compulsiva. "Me asombra la gente que dice que hace un libro en dos años. Me resulta incomprensible. Yo me aburriría en el camino. Tiene que ver con la inspiración, que no es algo que se sostiene por mucho tiempo. El imperio de Yegorov posee un ritmo intenso porque está escrita bajo el mismo estado". 

Ya el autor dijo en entrevistas previas que las mejores obras son las impremeditadas. El cordobés es uno de esos narradores que al escribir siente que una voz le habla, le dicta. "Hay una parte inconsciente que funciona por sí sola, pero hay otra que dirige ese proceso. Como un caballo sin domar que -pese a todo- sigue por donde tú llevas las riendas. Veo la literatura como inspiración, no como un oficio burocrático. Lo malo de tener esa dependencia es que te lleva a períodos de sequía. Tampoco es que hay que escribir todo el tiempo porque te puede conducir a la locura", agregó el narrador, que ya tiene un volumen de relatos a la espera de su publicación.

Manuel Moyano se graduó como Ingeniero Agrónomo. Fue ya pasados los 30 años que comenzó a publicar sus libros. "He sentido la pasión por la escritura casi desde la infancia. De una forma juguetona, sin ningún tipo de pretensiones. En la época en la que empecé en la universidad estaba alejado de la literatura o de tener aspiraciones artísticas. Por eso ejercí la agronomía".

La educación familiar llevó a Moyano a descartar posibles estudios de Letras o Filología. No lo vio como una posibilidad. "Tenía un principio práctico. Quería cursar una carrera que pudiera generar más ingresos. Igual, aún tengo cierta duda de si será bueno estudiar literatura para dedicarse a escribir. Tengo la impresión de que eso es algo vocacional y autodidacta. Creo que no hace falta tener estudios profesionales". Moyano hoy ejerce de funcionario cultural en el Ayuntamiento de Murcia. Y, a ratos, escribe.



FUENTE:   

                  EL UNIVERSAL

                                          Venezuela


ALEJANDRO SEBASTIANI VERLEZZA: la escritura de un diario no escrito

Saudade urbana

 El autor Alejandro Sebastiani Verlezza / Foto Vasco Szinetar
El autor Alejandro Sebastiani Verlezza / Foto Cortesía

Dedicado a la obra de Alejandro Sebastiani Verlezza: “El autor de Derivas vive su ciudad de un modo ambivalente, por un lado la sutil embriaguez del júbilo en una noche de amistad compartida con los amigos en una tasca, con diálogos no exentos de algún disgusto pasajero” 


La escritura de un diario presupone una necesidad de aprehender el tiempo, inmovilizarlo, dejarlo detenido en el instante efímero de su transcurrencia. Tras ese discurrir  envolvente su materia se vuelve cosa fija, sujeta por el hebrado arácnido de la palabra. Analógico sería también decir lenguaje prefijado por el impulso que remite a esa pulsión de escribir todos los días, eludiendo imprecisas muecas del ambiguo azar, apresurándose en recoger ciertos fragmentos desprendidos ulteriormente por la memoria, tan escurridiza que apenas asoma un mínimo relieve de reminiscencia tenemos que apresurarnos a recogerlo, para después del impulso saber, acaso desilusionados, que pocos elementos permanecen entre las manos, haciendo circular sólo algunas transparentes ondas concéntricas sobre la superficie de las aguas estancadas, oscilando en diversas impresiones, esparcidas en estriadas derivas hacia todos los ámbitos de la rosa de los vientos.  
En esas múltiples derivaciones, un día sucede a otro día, y en la necesidad del escritor de testimoniar las horas sucesivas más próximas comienza a dimanar el placer de la constancia con que se manifiesta el deseo de animarse en la escritura, capturar el yo para liberar al otro, que también nos contiene, porque aún ignorándolos somos el uno en el otro indisolublemente, confrontado en los ritos cotidianos mediante una noción que acaso ha sido intuida siempre por Alejandro Sebastiani Verlezza a partir del instante en que descubrió, no sin sorpresa, que su suerte en el cráter del vacío era la escritura: hacerse moais en la palabra para dejar algunas huellas de la vida, aunque sólo fuera en fragmentos. Desde entonces, su andamiaje es saborear y dar a beber el sumo de la vid sorbo a sorbo, en la muestra más corporal de sus señales literarias, con una lucidez incisiva y atenuada a la vez, expresada con honestidad en Derivas, su primer libro, un volumen donde orbitan, con brevedad y precisión, la poesía, el ensayo y la ficción, en dosis suficientes para determinar el carácter creativo y reflexivo del ramificado cuerpo en que se nutre el pensamiento alerta de este acucioso practicante del lenguaje, más allá de las secuencias de sus diarios rastros vivenciales.  
Al internarse en ese cuerpo plural, la primera impresión que se tiene es que estamos ante la escritura de un diario no escrito por ir en servicio del aburrimiento, para  ser propicio al tedio cotidiano o desvelarse con falsas desgarraduras. Tampoco por un mero alarde de vanidad verbal. Estamos seguros de que no es así. En la esencia de esta alografía subyace una conciencia fluida y meditante, que se acompaña de muchas voces probadas en su literatura, contendiente en su particular manera de interpretar el mundo, pero nunca, insisto, para lucimiento intelectual del reflejo narcisista, ególatra, sino como referencias de sus inquietudes, estimuladas por  las lecturas persistentes de los autores de que han contribuido a brindarle soporte a su formación para asumir su interpretación de la realidad, para así poder llegar, sino al núcleo, al menos acercarse a los bordes de lo que es posible conocer. Únicamente por esta vía es probable concebir las percepciones apuntadas en esta obra multivalente, calidoscópica, fecunda en derivaciones paradigmáticas, engastada en las latencias de la ciudad donde se transita diariamente, sometida al gusto, al odio y el placer de quienes habitan su vientre y la sienten como la pesada penitencia de Sísifo, como el lastre de una monstruosa costra que parece no admitir generosos cambios de piel, a pesar de irse «modernizando» delante de los sentimientos ambiguos y la mirada asombrada, tantas veces desconcertante de sus habitantes.
El autor de Derivas vive su ciudad de un modo ambivalente, por un lado la sutil embriaguez del júbilo en una noche de amistad compartida con los amigos en una tasca, con diálogos no exentos de algún disgusto pasajero. En el otro estanco, la observación desconsolada, la veste ruinosa de las fachadas, la miseria de un mendigo, las calles malolientes, el engañoso oropel de las vitrinas arrogantes de lujos, no muy lejos de la pobreza más avasallante, fuente de resentimientos de diversas índoles. A fin de interpretar esas realidades acuciantes, la literatura asume la escurridiza interpretación de las circunstancias, los criterios no siempre compartidos, aun sin perder de vista que en algún instante de profunda reflexión salta la ira del desconcierto, el reclamo sin oídos por la infértil impresión del desagrado, especialmente cuando se trata de la desaparición de un viejo mural, una tapia plétora de algún signo de la infancia, útilmente inscripto en el paisaje, o un graffitidedicado a un poeta como el chino Valera Mora, pese a la discutida calidad del dibujo. A través de esas percepciones de aguafuertes, semejantes al registro de una bitácora, se transita el apasionamiento por el lenguaje, pero no el de lo discursivo falaz, para neutralizar los efectos que podrían desviar el gusto por el detalle, la mirada prevenida. Sin embargo la intención del desvío no implica entrega total al desanimo, como tampoco a la confusión. Por inevitable atención, en el continuo del movimiento textual, se hace patente un domingo con derrota del ánimo, atacado por el vaho y la rugosidad de la oprobiosa tristeza, ante el desmoronamiento de la abuela, acentuando de esta quisa el sentimiento amoroso por el ser amado, ya en cierne de transformarse en pérdida absoluta. Dilatando las oscilaciones del mismo péndulo, el aroma del amor, como salvación momentánea, también puede desatarse en el encuentro súbito con una hermosa muchacha en el Metro. En esa irrupción de lo maravilloso, lo execrable entonces se desvanece, aún estando consciente de la permanencia de lo atroz en la superficie de los elementos que trazan la línea diaria de la vida.  
La exigencia por el detalle, la precisión en las reseñas de los sucesos y las ideas, en el espacio de las páginas cronológicas, no se realizan en una obsesiva mirada fortuita, a veces, por eventualidades del azar, se escribe a destiempo, dejando otros instantes para tener en agraz la reflexión y la imaginación, concediéndole la absoluta responsabilidad a la memoria para que impulse la acción de la mano que registra lo fragmentario, difundiendo un collage de sentidos, porque allí donde hay sentido se manifiesta la necesidad de no dejarse cubrir por las sombras de las omisiones, porque precisamente para eso está la escritura, sobre todo cuando se cuenta con las herramientas necesarias para rescatar y resguardar las cosas de los pliegues del olvido. La consigna está en no dejarse derramar dentro de un orificio insondable, donde no percutan para nada los sonidos ni las imágenes encuentren sus reflejos en ningún territorio. En el axil de una circunstancia de esta naturaleza, el socorro puramente metafórico del dios Hermes tiene una intervención vital, entusiasmar la lira del poetaen su sentido más etimológico, paradigma de signos inscriptos mediante una palabra lúcida, luminosa, transformada en la sortaria epifanía de un espejo de palabras, exponiendo a la luz del juego sus multiplicados visajes epigramáticos.
Persiguiendo el curso del diario bogar, el lenguaje, el más prodigioso instrumento concebido por la evolución del Homo sapiens, se constituye en el espejo para iluminar las opacidades más estrictas, arrastradas del orto de los mitos, la mediación ineludible para sobreimprimir los sueños de la escritura, pensamiento e imaginación, reflexión y fantasía, en hilos comunicantes con el deseo personal de plasmar las germinaciones derivadas de los acontecimientos, las observaciones y los sentimientos, experimentados hasta ahora por Alejandro Sebastiani Verlezza, transitando, entre la serenidad y las borrascas, el discurrir de su segunda juventud, cuando cuesta desviarse del curso ya elegido, alejarse de la atención del objetivo situado en el horizonte, justo en esa etapa en que las redes de la mente se vuelven más creadoras y reflexivas. En esta fase la experiencia de los signos cristaliza por tanteo, adquiere masa y autoconciencia, con las cuales en la urdimbre de la escritura no se perciben improvisaciones, todo responde a las secretas reglas de los sentimientos, la muerte y las afinidades.  
Una lectura afín con la cronología del diario, conduce a otra lectura del mismo género. Entonces se abre la posibilidad de que por medio de la intuición quizá se pase de Fedor Dostoievski a Frank Kafka, de André Gide a Walter Benjamín; alcanzando además a Josep Pla y Robert Musil, y de estos se vaya a Gombrowicz y a Virginia Wolf, hasta llegar a Soren Kierkegaard, mientras de este lado del solar convergen Alejandro Oliveros, Clarice Lispector, Ennio Jiménez Emán, y el imprescindible Lezama Lima, integrantes de una prolija constelación de autores de diarios, con el rasgo común de conservar vigente la brecha trazada, presumiblemente, antes de la época de Ki-no-Tsurayuki, el remoto autor de El diario de Tosa, un libro tan antiguo como los cuentos árabes de Las mil y una noches. En el resumen queda el valisaje rebosante, con el bagaje asaz para labrarse su propia educación sentimental y cultural, constituir la base de su literatura; avanzar al encuentro de las vertientes textuales, desembocar en simultanea en otros baluartes privilegiados como Rossi, Paz  Pessoa, Pitol, Ossott, Cadenas, Sucre, Mann, Steiner, Palacios, Rojas Guardia, De Stefano, Valéry, Pavese, Philip Roth, González Rincones, Coetzee, Pamuk, Keroauc, Blanchot, Bachelard, Calvino, Joyce, Kundera, Cortazar, Broch, Proust, Montaigne, Camus, Vargas Llosa, Ponge, Gervasi, Eleazar León, Canetti, Chéjov, Shklovski, Almátova, Borges, Dante, Saramago, Bolaño, Breton, Barthes, Duras, Kavafis, Durrell, José Barroeta, Murakami, Beckett, Hölderlin, Wittgenstein, Lao-Tse, Marai, Benn, Cintio Vitier, una magnifica pléyade de maestros para acceder –como es su natural temperamento–, sin las exaltadas presunciones de otros, al laberíntico interior de la crítica, la poesía y la ficción, para posicionar sus derivas, con instrumentos y sustancias originadas por sí mismo, en un espacio visible, con una idónea noción de novedad, en guardia para hacer resbalar sobre su piel las gratuitas amenazas de la odiosa negación.  
A la distancia de cualquier intento de contradecir el diario, como universo honesto de las verdaderas experiencias vividas, en este testimonio no caben sospechas de esa magnitud. En este sentido el autor se pone alerta y somete a juicio su honestidad, cuando afirma modestamente, páginas adentro, que: hay un prejuicio que se expresa más o menos así: el diario debe expresar una conmoción, estado de crisis personal y exaltación, hay que confesarse,  optar el desgarro, hacer un teatro. Pero en este libro las cosas no suceden así. Con toda la honestidad del compromiso de escribir con la verdad en las manos, estas confesiones carecen de aquella estridencia innecesaria. Según se infiere, allí las predisposiciones se encuentran sin trampas, a buen resguardo de ciertas lecturas afectivas, entre las que podían estar sobre la almohada, Manual del distraído de Alejandro Rossi, La montaña mágica de Thomas Mann, El año de la muerte de Ricardo Reis de José Saramago (unas pocas obras, quizá de cabecera, mencionadas aquí al azar); películas inolvidables, 2046, como modelo de escritura; alguna referencia a la pintura, Eros negro, un dibujo en tinta china de André Masson. Las luminosas mujeres de Klimt; un poco de música, el sonido de los Beatles, un disco con la voz de Marisa Monte, la cadencia rítmica de Cher Baker y Duke Ellington; cartas a la antigua usanza, acaso en papel color sepia. Y de pronto el atisbo de alguien transitando una calle, un instante de fugacidad, la breve suma de la levedad; una ligera sombra dejándose borrar por la distancia de una esquina, apenas aprehendida por la vista calle abajo. (¿Una hermosa mujer ceñida de rojo, en altos tacones del mismo tono del vestido?). Tal vez. La intención de certeza cede entonces el paso al misterio.

Después llega, nuevamente, al rato, el ambiguo matiz de la saudade urbana: en su enigmático comportamiento, la ciudad, sometida a la gasa de la lluvia, se contrae en una tristeza de bruma, contemplada desde detrás de una ventana empañada. Algunos batientes que se cierran apresurados, cada cierto espacio de la calle, ante la pluviosa  amenaza, mientras el cuaderno de apuntes espera con calma las próximas anotaciones. Sin ambages, en esta escenografía se cumple el deseo de converger en el mismo tren de la escritura, donde el diario viene a asumir su complicidad de pretexto para ser canto de esperanza –a lo Darío– y poner en práctica el reclamo de Rimbaud, con el anhelo apasionado de contribuir a cambiar las cosas, aunque la transformación se haga con intermitencias, en demorados fragmentos, para luego, en algún momento glorioso, celebrar la literatura en la permanente inflorescencia de las derivaciones que permiten comprender y expresar lo real, lo imaginario y lo simbólico del mundo, en el cual somos victimarios y víctimas.  

FUENTE:    EL NACIONAL
           Venezuela



LAURA CRACCO: Minificción.

Laura Cracco


Laura Cracco | Foto cortesía 
Laura Cracco
(Venezuela, 1960). Narradora, poeta, viajera incansable. Ha publicado “Mustia memoria” (1985), “Diario de una momia” (1989), “Safari Club” (1993), “Lenguas viperinas, bocas Chanel” (2009). Estos textos pertenecen a “El ojo del mandril” (2014).

El ojo
Ser único lo condena a estar siempre asomado a una ventana, aunque no haya un límite afuera tan estrecho como el cuadrante encerrado dentro del marco que le permite ver; aunque esté al descampado, o mire desde un acantilado frente al que se abre el océano sin trabas o desde el último piso de un rascacielos o en medio de un Sahara. Ser un solo ojo sin cuerpo, un iris rico en colores que abarca desde el azul al naranja, además puede producir en otros el efecto de hilarante tragedia del culo de un mandril. La carcajada que arrastra al llanto o la risa que sucede a las lágrimas cuando se agotaron, el dolor ya no tiene más adonde ir y da paso a la mueca que se reseca en parodia. El ojo, además, carece de amo, pero es poseído, provisionalmente, por distintos dueños que jurarían, cuando ven a través de la pupila, que es todo suyo y que también lo mirado de alguna forma les otorga algo de albedrío o territorio. No hay disputas sobre en quién ni cuándo recaerá, ni turnos establecidos como con aquellas viejas Grayas a quienes Perseo despojó de la única pupila en su busca tras la Gorgona. El ojo es libre, no pertenece a nadie, no así sus huéspedes ocasionales. Estos no pueden sino sucumbir a la tiránica fascinación del colorido ano que guía a la manada, ver lo que el orificio consiente. El ojo es mudo, nada puede decir, nada puede hacer sino ser un ojo, único, solitario, prisionero del túnel que irremediablemente encierra la visión.

El ojo 2
Hace días que está tirado sobre el suelo, los zapatos pasan a su lado, lo rodean, a veces casi lo aplastan, pero nadie lo nota. Nadie nunca mira hacia abajo en un museo, a menos que haya esculturas. En la sala no hay esculturas, solo cuadros. Ha perdido mucho de su brillo, apenas el turbio amarillo con algunos destellos marrones lo colorea. Bien pudiera confundirse con una veta del piso. El ojo agoniza: un ojo que no ve es un accidente mineral en el paisaje; no sufre, pero tampoco ama. Sabe que lucha contra reloj. Si alguien no lo toma, se fundirá irremediablemente hasta hacerse una mancha más del mármol. Extraña el momento en que llegó a sentir la fatiga de sentir. Ahora que no siente, que no sufre y tampoco ríe, reconoce la equivocación: la comodidad es la peor razón para morir.

El ojo 3
La verdadera libertad es el azar. Únicamente en el caos previo a la ley existe la plena libertad, solo que entonces no lo sabemos y no es hasta que el caos retrocede, cuando perdemos la inocencia y somos exiliados de su tibio seno hacia el desgarrador ostracismo, a nuestra propia cuenta y riesgo, que conocemos el significado de la palabra perdida. Cuando dejamos de ser libres es cuando caemos en cuenta de que alguna vez lo fuimos. El vacío es invadido por el orden creciente que lo obliga a orillarse y desvanecerse en una franja cada vez más delgada, la libertad flota como un fantasma en los remotísimos confines del universo. Empezamos a ser como individuos al mismo tiempo que las leyes que nos limitan. Empezamos a ser cuando podemos tocar los barrotes del tiempo, cuando reconocemos la precariedad de estar en un brevísimo lugar.
El ojo no es cuando vaga libre, ignorado por los que pasan a su lado  o lo ven sin reparar en él y no se toman la molestia de alzarlo. Cuando una mano lo agarra y ya no lo deja ir; cuando debe aceptar la ley del otro; cuando se llena de ese otro; solo entonces él es, saturado de los brillantes colores que no le pertenecen.

Esa cosa con plumas
Sabe que su destino es no cansarse, aunque se le doblen las rodillas y muerda el polvo; aunque solo desee bajar los párpados; aunque ya no pueda erguirse ni saltar; aunque deba hurgar en la nevera y hacer la cena con lo poco, medio podrido, poquísimo, sin aceite ni hierbas, sin harina  ni azúcar ni carne; con el estómago pegado al espinazo; con la cabeza gacha; con los hombros entumecidos en el empeño de no dejar caer el no sabe qué, tampoco otros saben qué, que sin saberlo debe sostener; aunque ya no pueda mirar a la cara a nadie. Pero vuelve a oír a Emily Dickinson, se endereza, alza la cabeza, abre los ojos, mira a sus hijos, a su marido. Cocina, pone la mesa, los llama por su nombre y  su garganta se llena con las plumas de la esperanza, y los nombres salen de su boca como una canción.
La esperanza es esa cosa con plumas
Que se posa en el alma,
Y canta la canción, sin las palabras,
Y nunca, nunca para…

El vacío del héroe

Él es más duradero que sus anfitriones, ¿o huéspedes? Ha pasado de mano en mano, ha rodado, lo han pisado, vapuleado o ensalzado; para muchos ha sido piedra; para otros, vidrio o espejo. Ningún golpe ni ninguna alabanza han quebrantado o ablandado su única cualidad: durar. Pero otra cosa es la pregunta durar en qué, durar para qué, o si la duración de la nada es equiparable a aquella de lo que existe. ¿Radica su duración precisamente en su vacío? Quizás él, como el fuego, cobra existencia mientras consume en llamas, forja esculturas de ceniza y devasta. Sin embargo, las preguntas sobre el vacío y su propia permanencia le son extranjeras. Las preguntas quedan para quienes lo tocan, lo miran o lo ignoran. Para la mujer que lo usa como excusa para un libro que, laboriosamente, llena con palabras que luego descubre de aserrín; para los nostálgicos que quisieran empadronarse de una realidad redonda; para los poetas que vanamente intentan restañar un mundo a punto de estallar entre el alarido y el gimoteo, entre la fosa común y la rosa irrealizable.


FUENTE:    EL NACIONAL
                                Venezuela


DAVID OLUSOGA y CASPER ERICHSEN: El holocausto del káiser

¿Quién se acuerda de Namibia?

En días en que se ha recordado el centenario del genocidio armenio, dos historiadores namibios reclaman el reconocimiento mundial de lo que sucedió en ese país africano

 

Namibia es una nación africana que recién obtuvo su independencia en 1989. Antes había estado bajo ocupación de Sudáfrica, pero antes de las dos guerras mundiales había sido una colonia alemana y antes aun el territorio de desierto y sabana donde vivían muchos pueblos nativos.
A pesar de que está “enfrente” a nuestras cosas allende el Atlántico (miren un mapamundi y compruébenlo), casi nada sabemos sobre esa trozo de tierra de forma extraña ubicado entre Angola y Sudáfrica.
Salvo el periodista y escritor uruguayo Daniel Supervielle, que tituló una de sus obras Namibia, editada por Cachimba del Piojo y donde un surfista local quedaba a la deriva en el océano y culminaba su peripecia en las costas de África, nadie por aquí se ha ocupado de dicho país.
Pero, ¿a qué viene a cuento Namibia hoy? La semana pasada se conmemoró en el mundo y también en Uruguay el centenario del genocidio del pueblo armenio.
La fecha simbólica que se toma como referencia es el 24 de abril de 1915, aunque antes y después hubo masacres contra los armenios en varios puntos de Turquía. Desde hace décadas los armenios le reclaman a Turquía dos cosas: el reconocimiento del genocidio y el pedido de perdón por lo que sucedió.
Este año, y potenciado por el centenario, fue el Vaticano quien personificado por el papa Francisco realizó una declaración sobre el genocidio armenio, al que denominó como el “primero del siglo XX”.
Quienes pusieron el grito en el cielo esta vez no fueron solamente los turcos, sino un par de historiadores namibios, David Olusoga y Casper Erichsen. Ellos son los autores de un libro titulado El holocausto del káiser, sobre las matanzas que se produjeron en Namibia entre 1904 y 1909 durante las guerras de los colonos alemanes contra los pueblos herero y nama.
Según escribió Olusoga en una columna publicada hace unos días por el diario inglés The Guardian, el primer genocidio del siglo XX se produjo en esas guerras que expulsaron a los herero y a los nama de territorios donde habían vivido por centenas de años. La causa de la expulsión fue el avance de colonos alemanes para ocupar sus tierras.
Luego de varios asesinatos de colonos, el comandante de las tropas alemanas Lothar von Trotha ordenó la eliminación de los herero y luego de los nama, en sucesivas campañas de exterminio o toma de prisioneros que luego quedaron confinados en campos de concentración, una práctica que ya habían aplicado los ingleses durante la guerra con los bóeres sudafricanos apenas un año antes.
Según Olusoga, la cifras más confiables dicen que hubo 65 mil hereros muertes, lo que correspondería al 80% de la población de ese pueblo en ese entonces. Unos 10 mil namas fueron asesinados o murieron en esas circunstancias, o sea el 50% de su población.
Cuando se cumplieron 100 años de esas masacres, el gobierno alemán tuvo un acto de sinceridad y reconoció la responsabilidad en esas acciones sangrientas. Y en 2007, integrantes de la familia Von Trotha se disculparon de forma explícita al viajar a Namibia y reunirse con descendientes de hereros.
Olusoga y Erichsen acuñaron la frase de “el holocausto alemán olvidado” para referirse a lo que sucedió en Namibia. Se trata de un genocidio poco publicitado, por fuera de la exposición en los medios que han tenido otros, de un país periférico y casi desconocido. Seguramente haya varios más, en condiciones similares, que deben desenterrarse de la ignorancia.

Incluso Olusoga llamó la atención sobre la omisión del Vaticano, ya que en toda África, y en Namibia particularmente, crece a ritmo sostenido la población que profesa el catolicismo. “También crece la conciencia de que este genocidio debe ser globalmente reconocido”, escribió desafiante Olusoga.

FUENTE:       El Observador
                                               Uruguay

STEPHEN KING: "Mr. Mercedes"

Stephen King gana Premio Edgar a mejor novela de misterio

El libro de King "Mr. Mercedes" recibió el premio a la mejor novela


 Stephen King

Stephen King no es sólo un maestro del terror. También es un hombre de misterio.

King y Gillian Flynn estuvieron entre los ganadores de la 69 edición anual de los Premios Edgar, entregados por los Escritores de Misterio de Estados Unidos el miércoles por la noche.

El libro de King "Mr. Mercedes" recibió el premio a la mejor novela en la ceremonia realizada en el centro de Manhattan. King ha sido un "Gran maestro" en los Edgar desde el 2007 y su novela "Joyland" fue finalista el año pasado en el rubro de libros publicados originalmente en edición de bolsillo.

Flynn, más conocida por su éxito literario "Gone Girl" ("Perdida"), ganó en el apartado de cuento corto por "What Do You Do?".

"Tinseltown", un libro de William Mann que desenmascara a Hollywood, fue nombrado mejor "crimen de hecho". J.W. Ocker ganó en la categoría de crítica/biografía por un libro sobre el autor por el cual los premios tienen su nombre: "Poe-Land: The Hallowed Haunts of Edgar Allan Poe".


FUENTE:   Diario Libre.com

                                  República Dominicana



AGUSTÍN RAMOS: "Justicia mayor"

Agustín Ramos recupera en nueva novela el conflicto indígena "invisibilizado"

"Hay partes esenciales del ser humano que no han cambiado"

 Portada de "Justicia mayor" de Agustín Ramos.


Con la intención de "recuperar la historia que se ha invisibilizado", el escritor mexicano Agustín Ramos presenta su nueva novela, "Justicia mayor", un relato sobre la rebelión indígena desarrollada a finales del siglo XVIII en la sierra de Tutotepec.

El conflicto de abuso de poder de un alcalde contra la comunidad vertebra la narración, que gira en torno al "exceso de codicia para tomar los frutos de la tierra y de la gente" por parte de las autoridades durante el llamado "siglo de la razón", aunque "se utiliza la razón para lo irracional", dijo Ramos en una entrevista con Efe.

La "ambición" de los conquistadores en la Nueva España les llevaba a "no ver las consecuencias de las catástrofes y los genocidios que se estaban llevando a cabo", un rasgo que, guardando las distancias, sigue estando presente hoy en día, ya que "hay partes esenciales del ser humano que no han cambiado", señaló.

"La visión de un (Francisco) Pizarro, conquistador de Perú, no creo que difiriera demasiado de la de Hitler o de la de Margaret Thatcher", indicó el escritor.

Aunque haya diferencias entre ellos, añadió, prueban que "el ser humano sigue siendo inconsciente, se sigue engañando y sigue sin ver las consecuencias de cada uno de sus actos".

Ramos, quien quiso contar la historia de su tierra natal, el central estado de Hidalgo, hiló la novela a partir de un documento de 1766, que plasmaba cómo unos mineros hicieron un pliego petitorio y detuvieron sus labores "para que les cumplieran con lo mínimo indispensable como trabajadores para realizar su trabajo".

El propietario de las minas, Pedro Romero de Terreros, había decidido que no iba a pagar a sus trabajadores en plata, como ellos querían, sino en reales que no les daba "ni para las velas" que utilizaban en la mina, las cuales tenían que pagar de su propio bolsillo.

"En qué se podría diferenciar (el empresario mexicano) Carlos Slim de Pedro Romero de Terreros, en el sentido de no estar pensando que su ambición, que su desmesura, traen consigo muchísima destrucción, muchísima pobreza", comentó Ramos.

Lo interesante, apuntó, no es solo la historia en sí, sino "cómo la historiografía moderna ha tomado este conflicto".

Hay "chismorreo", como el derivado de ciertas intrigas familiares, que el historiador no puede ver "con tanto detalle", pero que sirve en la literatura para conocer las motivaciones detrás de aquellos hechos que pasaron a la historia, muchas veces abordados "por su apariencia, no por su esencia", indicó el autor.

También hay aspectos que han sido desplazados, "la mayor parte de las veces inconscientemente"; se produjo una invisibilización y "difamación" del pueblo indígena que se mantiene incluso hoy, añadió.

Desde Fray Bernardino de Sahagún se dijo que "otomí era sinónimo de bárbaro", pero Ramos explica que la documentación con la que ha trabajado demuestra que "era gente con mucha civilización, con mucha naturaleza, muy paciente, pero nada sumisa".

De hecho, el otomí entabló una batalla legal a lo largo de años. "El indígena siempre quiso acudir a los recursos legales, y quizá no tanto por paciencia, sino porque no le quedaba otra, la fuerza la tenían otros", comentó.

Asimismo, el choque tuvo aspectos religiosos, ya que, dijo, los españoles realizaron la conquista basándose en "la espada y la cruz".

"También se olvida, aunque esto no tanto, que el indígena tenía una respuesta, dioses, creencias, y cuando todo esto se derrumba tiene que buscar alternativas de resistencia", recordó Ramos, quien se plantea "cómo tendrían que haber ido sincretizando, no sin dolor, todas estas creencias".


FUENTE:         Diario Libre.com

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ZOE VALDÉS: "La Habana, mon amour"

Zoe Valdés: "A La Habana le costará mucho recuperar la decencia"

"Si La Habana tiene que tener una voz, además de la de mi madre, es la de José Martí"


 Zoe Valdés


Como "una terapia, una cura" califica la escritora Zoe Valdés su último libro, "La Habana, mon amour", que considera el más intimista y en el que, desde el exilio en el que vive desde hace 21 años, reescribe con nostalgia la ciudad que la vio nacer y a la que, dice, le costará "recuperar la decencia".

"Estaba en una especie de letargo por varias cosas que me habían sucedido y necesitaba esta sacudida" explica a Efe esta escritora, que vive en París, y a la que le ha resultado muy enriquecedor haber podido "viajar espiritualmente" a La Habana que conoció ya que no lo puede hacer físicamente.

Un viaje de regreso que no realizará hasta que haya en Cuba libertad y democracia, insiste Zoe Valdés (La Habana, 1959), que no ve con muchas esperanzas el acercamiento a Estados Unidos y considera "una pena" que "después de haber sufrido durante más de cincuenta años el comunismo, caigan en el peor de los capitalismos".

En su opinión, a La Habana le costará mucho recuperar su esplendor, "y todavía costará mucho más recuperar la decencia" tras la "prostitución moral" a la que se han visto obligados los cubanos durante años y que "ha socavado generaciones".

La Habana que escribe Valdés en este ensayo novelado, editado por Stella Maris, es la de sus recuerdos de niñez y juventud, sus juegos, lecturas y sus primeros amores, acompañados por "fantasmas muy reales", como su madre y su abuela o "el hombre del paraguas negro", con el que se casó a los 17 años y conoció París, ciudad en la que vive actualmente y en la que hay muchos sitios que se parecen a la capital cubana.

Entre muchos recuerdos de su infancia, asegura que sigue echando de menos la época en la que fue trapecista del Circo Nacional y la experiencia de volar a diario. De los más oscuros, los momentos duros y violentos que vivió en un albergue junto a la casa Bacardí.

Valdés relata también la "impresión" que de niña le produjo la casa de José Martí, encontrarse con sus manuscritos y sus cartas, el momento en el que sintió "energía literaria".

"Si La Habana tiene que tener una voz, además de la de mi madre, es la de José Martí", afirma la autora, que explica que ella escribe "de toda la vida": "a los 11 años empecé un diario y a los 17 por primera vez un libro de poemas llamado muy pretenciosamente 'Respuestas para vivir' porque a esa edad, incluso a la de ahora, lo que hay son preguntas y no respuestas".

Recuerda también "olores, colores y sabores" de esta ciudad en la que personas como su abuela, que fue actriz de teatro, hicieron del arte "una forma de evasión": "la rutina era muy dura y para reinventar la realidad hacía una especie de cuento" que siempre acababa bien.

Lo que querían, asegura, era llevar "una vida normal": "Ir a una librería, comprar un libro sin tener que esperar a que te lo presten, si no está en la lista de los libros prohibidos".

La autora, que dice que La Habana "nunca se ha ido" de ella, explica cómo desde el exilio la nostalgia se mezcla con "cierta angustia" por "el distanciamiento y la reubicación de los espacios, la memoria de los personajes".

El de Zoe Valdés es el primero de la colección "Ciudades y Letras" de la editorial Stella Maris, con la que pretende ofrecer a sus lectores una visión subjetiva de sus escritores sobre algunas urbes del mundo.


FUENTE:                Diario Libre.com

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AUGUSTO SALAZAR BONDY: Latinoamérica profunda.

"Lima la horrible" celebra 50 años recordando a Salazar Bondy


A cincuenta años de la publicación de "Lima la horrible", la obra más popular del escritor peruano Sebastián Salazar Bondy, la capital de Perú rescata los pasos de la prolífica producción artística de su autor con recorridos por el centro histórico y una exposición con material del archivo de su familia.

Nacido en el mismo centro de Lima en 1924, Salazar Bondy fue periodista, poeta, escritor, dramaturgo y promotor cultural, relacionado con la generación del 50, compuesta por Mario Vargas Llosa y Julio Ramón Ribeyro, entre otros reconocidos autores.

"Fue una figura clave para pensar Lima, porque la abordó desde distintos puntos de vista y diferentes géneros", comentó a Efe el investigador Renzo Farje.

"En su poesía presenta Lima de manera más melancólica y, en el teatro, de forma más costumbrista, mientras que en 'Lima la horrible' es muy crítico porque pretende reconstruir la imagen de la ciudad", añadió.

Publicado en 1964, "Lima la horrible" es una critica a la idiosincrasia limeña de mitad del siglo XX, en la que acuña el término "arcadia colonial" para referirse al recuerdo de la época colonial como una era de grandeza sin percatarse que hay más historia previa", agregó el investigador.

Farje es el guía del paseo "Jironeando (callejeando) por Lima la horrible", organizado por la Casa de la Literatura Peruana en homenaje al quincuagésimo aniversario de la publicación, y como parte del proyecto del Mapa Literario, que identifica los puntos y enclaves del centro de Lima vinculados con la historia literaria de Perú.

El primer punto del recorrido es el actual Tribunal Constitucional de Perú, instalado en una antigua casona colonial del siglo XVI, pero que en el pasado siglo albergó la Casa de la Cultura, de la que Salazar Bondy fue gestor, y donde además se publicaron varias obras suyas.

"Salazar criticaba que una casona colonial fuera utilizada para crear políticas culturales para todo el país, al considerar que marginaba toda la historia anterior a esa época", explicó Farje.

A pesar de parecer una contradicción, "ese fue el lugar donde se celebró su velatorio, que se recuerda como muy multitudinario para la época", recordó Farje.

Otra parada es la Plaza de Armas de Lima, desde donde se aprecia el vuelo de los gallinazos, aves carroñeras de color negro que pululan por la capital para alimentarse de basura y que, para Salazar Bondy, constituían un elemento identificativo para la capital peruana hasta hacerlo protagonistas de un cuento infantil.

En el cuento "El señor gallinazo vuelve a la ciudad", un ejemplar de estas aves queda impactada al regresar de viaje a su ciudad porque la encuentra muy cambiada debido a la gran inmigración que a mediados de siglo XX se produce del resto de regiones peruanas hacia Lima.

El título del cuento es el mismo que el de la exposición que la Casa de la Literatura acoge hasta finales de mayo y que presenta colecciones de ediciones de "Lima la horrible", fotografías del autor y una selección de sus artículos y columnas escritas en diferentes periódicos locales, indicó a Efe su curador, Daniel Contreras.

Entre los recortes de diarios destacan los del desaparecido periódico La Prensa, cuya redacción se encontraba en el jirón de la Unión y su ubicación también forma parte del recorrido guiado, que además pasa por el antiguo teatro Segura y el jirón Apurímac, donde nació el autor.

Contreras explicó que la muestra tomó cinco meses de investigación para seleccionar parte del material cedido por el archivo de la familia de Salazar Bondy, fallecido en 1965 a los 41 años.

Vargas Llosa, que mantuvo una amistad con el escritor limeño, visitó la exposición a inicios de abril y aseguró que "Sebastián Salazar Bondy es una de las figuras de la literatura peruana que todavía no ha sido suficientemente reconocida y valorada en todo lo que significó". 


   

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ISABEL ÁLVAREZ NOVOA: "Las manos de mi madre"

Isabel Álvarez presentará libro "Las manos de mi madre"

Publicación es un homenaje de la investigadora culinaria a las enseñanzas que su madre le dejó en la cocina de su hogar

 Isabel Álvarez presentará libro "Las manos de mi madre"
A la izquierda, Isabel Álvarez junto a su madre. A la derecha, el libro a presentar el 8 de mayo. (Fotos: Difusión)

Isabel Álvarez Novoa, reconocida investigadora de la gastronomía peruana, presentará este 8 de mayo su más reciente publicación "Las manos de mi madre", un homenaje a las enseñanzas que su progenitora le inculcó esencialmente en la cocina de su hogar.
“Escribía para mí, como una manera de comunicarme con ella. Era como tomar sus manos entre las mías, acariciarlas lentamente, hablarle y recordar todo lo vivido”, manifiesta la autora sobre la obra promovida por la Facultad de Ciencias de la Comunicación, Turismo y Psicología de la Universidad San Martín de Porres.
En "Las manos de mi madre", Álvarez evoca algunos de los episodios que vivió junto a su progenitora. Por ejemplo, en el capítulo "Olas de barro: curarlas, quererlas y cuidarlas", relata cómo doña Julia Novoa logró una conexión especial con estos recipientes, sometiéndolos a prueba para saber cuál era bueno y cuál podía ser utilizado para preparar platos salados o dulces.
En el libro también hay capítulos como “La tabla de picar”, “Las sopas de mi madre, pura ternura”, “Caritas en las yemas de los dedos”, “Dulces y sonidos que alegran el alma”, “Mientras yo cocinaba mi madre se iba de este mundo” y más.
La presentación del libro "Las manos de mi madre" se realizará el viernes  8 de mayo a las 7 p.m en el Set de Televisión N°1 de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, Turismo y Psicología de la USMP ubicado en Av. Tomás Marsano 151, Surquillo. El ingreso será libre.

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EL MANGA DIGITAL.

El manga se pasa al formato digital

TOKIO. La caída de las ventas en papel y el aumento de usuarios que leen manga a través de sus teléfonos inteligentes está generando que cada vez más editoriales lancen en Japón sus series en digital, un formato en auge.

                                
Editoriales veteranas como Kodansha, la mayor del país asiático, y Shueisha, que edita la popular revista Shonen Jump, ya publican sus series tanto en papel como en formato electrónico.
El mercado del libro impreso no vive su mejor momento en Japón.
Según datos de la Asociación nipona de Editores de Libros y Revistas, la circulación en papel cayó un 7,5 por ciento interanual en el periodo enero-noviembre de 2014.
Mientras, el mercado de los libros digitales generó 85.000 millones de yenes (unos 714 millones de dólares) en Japón en 2013, cerca de un 20 por ciento más que al año anterior, según una encuesta del Instituto de Investigación Yano.
De esta subida participó de manera considerable el manga, cuyas ventas representaron el 80 por ciento de todo lo publicado en digital.
Además el futuro próximo se presenta todavía mas positivo para el formato, ya que se espera que aumente este año un 23,5 por ciento y recaude 105.000 millones de yenes (883 millones de dólares).
Sabiendo aprovechar a popularidad de los teléfonos inteligentes y el filón de su revista para chicos Shonen Jump, la editorial Shueisha ha creado su propia aplicación para leer manga en formato digital.
En ella, además de poder encontrar lo nuevo de sus series actuales como One Piece, los usuarios pueden ojear viejas reliquias como Dragon Ball.
“Nuestros cómics se venden en las principales librerías digitales tales como Line Manga, Kindle o iBooks, no solo a través de la aplicación”, dijo a Mami Sugihara, del departamento de Relaciones Públicas de la editorial nipona.
La número uno de Japón, Kodansha, comenzó por su parte a distribuir las versiones digitales de sus manga en portales como Amazon o Rakuten el pasado enero, y espera que para el próximo junio sus 22 publicaciones de sus cómics estén disponibles en formato digital.
Tampoco ha querido desaprovechar el tirón el servicio de mensajería instantánea Line, que decidió apostar por el sector del cómic japonés hace poco menos de dos años con la creación de Line Manga.
Esta plataforma distribuye manga no solo tanto en Japón como en el extranjero, y le ayudado a embolsarse 4.900 millones de yenes (41,22 millones de dólares) desde su lanzamiento y llegar a superar los 10 millones de descargas, según datos publicados por la compañía.
El furor del manga digital ha llegado también a otras empresas al margen del sector editorial.
El proveedor de ocio digital DeNA es también operador de la aplicación móvil Manga Box, un software que cuenta con entre 40 y 50 títulos manga que se actualizan semanalmente.
Para mantener la atención de los lectores, la aplicación cuenta con una función que permite a los usuarios leer capítulos antes de su lanzamiento si tras leerlo deciden mencionarlo en las redes sociales.
La compañía se plantea ahora cobrar una tarifa e insertar publicidad conforme aumente la popularidad de los títulos para contribuir a los beneficios para el próximo año fiscal, según dijo el presidente de DeNA, Isao Moriyasu, en declaraciones al diario japonés Asahi.
Existen otras aplicaciones como Comico, de la compañía de juegos NHN PlayArt, que se centran en los artistas emergentes y en el que cualquiera puede subir su trabajo.

Cuando los títulos obtienen popularidad se los reconoce como “manga oficial” y se remunera a los artistas con 200.000 yenes (1.682 dólares) mensuales en concepto de salario. Actualmente, Comico cuenta con 120 títulos oficiales.

FUENTE:        ABC color 2013
                                        Paraguay