jueves, 13 de febrero de 2014

RECETAS PARA ENCONTRAR UN AMOR.


   Para animar un poco a las personas que no encuentran el amor o que tal vez por razones X de la vida no se deciden o se lanzan al río, a modo de animarles, les propongo unas recetas que espero les sirva de algo.

de José Santos Vásquez Gaviria.


SI BUSCAS UN AMOR ETERNO

Receta: 

*300 gr sinceridad. 

*300 gr de comprensión. 

*50 gr de discusiones (con final feliz). 

*450 gr de mucha química.

*Trocitos de entrega total. 

Preparar a fuego lento la sinceridad con la comprensión, luego de unos buenos instantes de cocción agregarle una pizca de discusiones (con final feliz), sazonarlo con mucha química y por último servirlo con trocitos de entrega total. 


SI BUSCAS UN AMOR PASAJERO:

Receta:

*400 gr de fiesta en un buen lugar. 

*350 gr de mentiritas piadosas. 

*350 gr de labia profesional. 

*200 gr de libertad (sin ofensas). 

*100 gr de labios ardientes. 

*100 gr de mutuo acuerdo. 

*Pequeños detalles.

Preparar a fuego constante la fiesta en un buen lugar y las mentiritas piadosas, dejar que se cocine mucho. Luego, agregarle la labia profesional sin bajar la candela, cuando ya esté en su punto, botarle la libertad (sin ofensas), los labios ardientes y el mutuo acuerdo. Dejar que todo se mixture bien. Por último lo servimos con todo tipo de pequeños detalles.



                                                                                                                                                                                                                                          jsvg.




Le printemps («La primavera», 1873), pintura de Pierre Auguste Cot.

"Una palabra nos libra de todo el peso y dolor de la vida. Esa palabra es amor".
                                                     Sófocles.


"Ofrecer amistad al que pide amor es como dar pan al que muere de sed".
                                          Ovidio.

"No existe el amor, sino las pruebas de amor, y la prueba de amor a aquel que amamos es dejarlo vivir libremente".
                                      Anónimo.



   ¡¡¡VIVA EL AMOR!!!...

lunes, 10 de febrero de 2014

POESÍA INFANTIL "MEMORIAS DE DIEGUITO"

                      MEMORIAS DE DIEGUITO
                                                                  LÁPIZ ANDANTE
  
¡HOLA, SOY DIEGUITO!

¡Hola, soy Dieguito! y aun soy pequeñito.
Mi mirada está muy clara, mi sonrisa se desliza.
Cuando me dan la sopita, me la tomo toditita.
En la casa soy el Rey, en el parque el Virrey.
Con mi hermano voy corriendo, con mi hermana caminando.
En casa de la tía; sí, me rio todo el día.
Por la noche muy contento, en el coche yo me siento;
aunque llego muy cansado, en la casa ceno asado
y a la hora de dormir, jamás dejo de sonreír…


LOS CARIÑOS DE MAMÁ

Los cariños de mamá son tan lindos para mí.
Si me pongo a llorar, me mima sin parar;
si me pongo a sonreír, feliz se va a sentir.
Los cariños de mamá son tan buenos para mí.
Ella me besa; siempre me abraza.
  
 LOS CONSEJOS DE PAPÁ

Los consejos de papá son tan buenos para mí.
Si me pongo a estudiar, él me ayuda sin dudar;
si me pongo a jugar, me vendrá acompañar.
Los consejos de papá son tan lindos para mí.
El me enseña; siempre me guía.

VENTANITA AMOROSA

Ventanita amorosa que no eres cualquier cosa,
en el día me despiertas, en la noche me acuestas.
Vives con tantas hermanitas:
Unas delgaditas, otras más gorditas.
Me reflejas al sol, me reflejas a la luna.
Cuando llega la Marisol, han de dar la una.

EL BAÚL DE LOS JUGUETES

Yo tengo en mi casa un baúl donde guardo mis juguetes.
Si levanto la tapa, la mina se destapa:
El carrito de  Bombero se ilumina si lo veo,
la pelota, ni se nota;
la preciosa sonaja se  viste y se pone maja.
Ahora busco a mi oso que se esconde muy celoso.
Qué lindo es mi baúl donde guardo mis juguetes.

EL CARAMELO DULZÓN

¡Oye caramelo dulzón! que no das disgusto a mi corazón.
Cuando te tiene mi boca, mi labio te toca.
Dulce caramelo, caramelo dulzón.
Cuanto te anhelo, cuanto te quiero.
Los hay de todo sabor y también de todo color.
Oye caramelo dulzón, te llevo en mi corazón.

ARROZ CON POLLITO

Arroz con pollito, me lo como todito.
En el plato rojito, está bien servidito.
Arroz con pollito, me gusta calientito.
Si viene mi amiguito, le invito un poquito.

LA ESCUELITA DE MI PUEBLO

La escuelita de mi pueblo se llena de alegría,
cuando nos acompaña el maestro, jugamos todo el día.
Piedra, papel, tijera.
En la merienda me como una pera.
Piedra, papel, tijera.
Corriendo le gano a  cualquiera.
Piedra, papel, tijera.
Si me demoro, el autobús no me espera.
Linda escuelita la que está en mi pueblo;
es tan bonita, que por eso yo la quiero.

BARQUITO DE PAPEL

Allá va, allá se aleja el barquito de papel.
Allá va, allá se aleja y no hay otro como él.
Guiado por su Capitán, los mares surcarán
¿A dónde navegará?
¡Recorcho! Que aventuras encontraran.
El pirata malvado lo buscará, más nunca lo vencerá.
Allá va, allá se aleja, el barquito de papel y no hay otro como él.

JARDÍN MÁGICO

Alegre jardín mágico que reúnes a los compañeros:
conversa risueño el castaño con sus amigos los manzanos.
La hormiga no los mira, la abeja no los deja;
el gusanito toca el pito, mientras la trucha se lo embucha.
¡Qué malvado pez!...
apuntaba la ardilla, comiéndose una nuez.
Alegre jardín mágico:
los árboles te dan sombras,
las flores sus fragancias.
Mientras la lluvia te refresca, el sol te calienta.

SALTAMONTES SALTARÍN

De rama en rama va el saltamontes saltarín,
mientras el come verdura yo como tallarín.
Cuando está en lo alto, toca el cielo de un salto;
cuando está por debajo, todo se vuelve un relajo.
Así de rama en rama, hasta llegar a su cama.

PEQUEÑA ARAÑITA

Teje tu trampita, pequeña arañita.
Ahí en un rincón, trabajas un montón.
Armando tu casita, mueves las patitas,

con tu aire creador, todo, diseñas con amor.

LA PATATA PATATERA

La patata patatera se ha vuelto muy grosera,
no quiere ir a la olla por que huele a cebolla.
Cuando la nana me lo trajo se escapo con el ajo.
Que patata, patatera, se ha vuelto aventurera.
Ira por el mundo escapada o solo estará de acampada.

BUENOS DÍAS, BUENAS NOCHES

Buenos días, buenas noches.
Buenos días, sale el sol.
Buenas noches, sale la luna.
Buenos días Marisol,
buenas noches Mariluna.
Si no sale el sol, si no sale la luna:
En el día claridad, en la noche oscuridad;
buenos días oscuridad, buenas noches claridad.


* Parte de poesías escritas para los más pequeños de la casa. Pertenecen a "MEMORIAS DE DIEGUITO". Lápiz Andante.

POESÍA "MOMENTOS" E "INGENIO ANÓNIMO"


                 

                                       MOMENTOS

  
                                                       LÁPIZ ANDANTE

                         

                      I
Respira desde tu balcón, el amor
de una esplendida tarde primaveral
que alivia un corazón lleno de temor
por conseguir en la pasión algo moral.

¡Lo conseguí! gritaste al verme caminar,
con tantos deseos, por aquellos senderos.
Las maldades comenzasteis a abandonar,
surcando mares repletos de veleros.

Tus miradas brillantes me acariciaron
como el susurro vivas de un día perfecto.
Ese instante, complejas almas tocaron
el edén al son de un hermoso canto.

Así nos conocimos mi dulce reto.
Los ángeles del cielo nos regalaron
unos cánticos divinos que alegraron
la vida, cual afable final de cuento.


                   II
Solo la paz de tu bendición
me agranda en la tristeza,
me dan fuerzas que destrozan adversidades.
Pequeño cuerpo de mujer.
Corazón inmenso, dulce mirada, voz penetrante.
Siempre a mi lado. Sombra amiga.
Te recuerdo en los días y en las noches,
una vez más y mucho más…


                   III
De mis ojos unas lágrimas,
de mis labios. Tu nombre;
de mi corazón roto. Una triste despedida.
Quisiera arrancarme los ojos
 y no verte partir.
Cerrar mis labios para no gritar.
¿Y mi alma?... ¡Volverla de piedra!
a cada minuto, la vida pasa lentamente.


                  IV
¡Oh amada mía! ¿dónde estás?
Iré a buscarte, donde sea.
Sé que te he de encontrar.
Así, abriré mis ojos a ti
para verte llegar a mis brazos.
Mis labios se saciarán de tus besos
y mi corazón que siempre fue tuyo,
lo fundiré en un baño de oro
para ofrecértelo a tus pies.
De mis labios una alegría,
de mis ojos ilusión,
de mi ser, magia eterna, solo para ti…




                                    INGENIO   
                                                   ANÓNIMO
                                                             
                   LÁPIZ ANDANTE

La madera hallada en el campo bendito,
va tomando forma. Gracias al escultor,
hacedor de los maravillosos secretos
que confunden a las manecillas del tiempo.

Esta noche, no la más larga de la vida.
La soledad, inquieta. La presencia, añora.
Los sentimientos se conjugan en un baile,
donde el bien y el mal, se contornean sin temor.

La creación está presa en su grandiosa cárcel
a la espera de estallar en miles de sueños
que se hagan realidad, en surcos lógicos
portadores de excitaciones variopinto.

Quien te vio nacer quedo impregnado de magias
extrañas; pero nunca ajenas, al mostrarse
parte de un todo que se agranda lentamente,
cual capas de lava que recorren la tierra.

Aquello va quemando las entrañas ciegas,
colmando de ímpetu a cada paso que surge
el palpitar iluminado de las venas.
Casadas en santísimas coreografías.

Es así que el viento me trae tu dulce voz,
ese que me aviva la respiración cuando
muerto navego por aguas del Aqueronte.
Desafiante, sin temor alguno al barquero.

Nos seduce con tan elocuente razón
que hasta las sirenas se someten plácidas
al embrujo arrollador del mejor regalo
que cualquier dios se haya imaginado crear.

Te imaginas entonces que simple humano
lo podrá controlar, sumergiendo tormentas
de pensamientos en el envase universal
que va acomodando cada pasión voraz.

Jamás será el final de tan  candente fuego
sumido en besos y abrazos de enamorados.
No impacienten. Esperen sentados en tronos,
las imágenes que contienen los espejos.

 Las llamas se reflejan conscientes de todo
lo aprendido en el curso de generaciones,
transfigurando para enriquecer los hechos
que componen los orígenes de la musas.

Quien puede acallar tan solemne inspiración
para trascender más allá de lo visible,
volando ahí, por la cuesta de lo invisible;
Pues, tan sólo, aquel que supo entender la vida.

Me uno a la danza que ilumina el ancho mar
sabedor que nunca moriré entre esos brazos
espumosos de eterna sal. Los ojos de ellas,
las hermosas Nereidas. Velaran por mí.

Salvaguardado está el camino del buen poeta.
El alimento rebosa por los rincones
más insospechados. Desde amargos deleites,
hasta exquisitos manjares propio de dioses…

         


    * Poemas presentados al XXIX Concurso de Poesía "Ciudad de Tudela".





RELATO "LA HECHICERA"


                          LA HECHICERA


  
                                                                   LÁPIZ ANDANTE




            James y Margaret son una pareja de turistas británicos, quienes acompañados por sus gemelos John y Bryan. Viajaron desde su Londres natal, hasta la ciudad de Santiago de Compostela, para disfrutar de unas merecidas vacaciones. Consiguieron un espléndido paquete promocional. Este incluía el alquiler de una casa rural en la provincia de Pontevedra. Cerca de un pueblo de nombre Arbo, a orillas del río Miño.
             La primera semana fue espectacular. Los días transcurrían, y la semana siguiente se pusieron rumbo a Pontevedra. La ruta por la autopista se hizo tranquila.
_ Querida Margaret. Menos mal los niños duermen. Según el GPS estamos cerca de Arbo. No me acostumbro a conducir por el lado contrario, al que lo hacemos en Londres –decía James-
_ Pues ¡sí! Cariño. Los niños están muy cansados; pero, te apuesto unos euros a que se despiertan, rápido, cuando detengas el coche.
             Llegaron cerca de las 14:00 horas y como predijo Margaret. Los niños espabilaron cuando el marido detuvo el coche. Ellos con esa inquietud que les caracterizaba, corrieron a inspeccionar cada rincón; dentro y fuera de la casa. Descubrieron que en dicho lugar, también se podía disfrutar de un pequeño embarcadero, con su respectiva embarcación. Una lancha de motor muy bonita…
             Mientras hacía la cena Margaret. James y los niños se dedicaban a recoger cortes de leña que estaban apiladas en un caseto, cerca de la casa. Así alimentaría la chimenea con un poco más de fuego. Aunque no hacía frío, la tarde se puso algo fresca.
             De los niños, John era el más rebelde. Intentaba siempre incriminar a su hermano cada vez que cometía alguna trastada. No era cariñoso. En cambio, Bryan era más tranquilo y a pesar que su hermano le culpaba de cosas que no había hecho, nunca se quejaba.
             Aquella noche, mientras dormían, Margaret despertó a su esposo para avisarle que escuchó un ruido, por fuera de la casa. James, sobresaltado, salió a investigar. Dio varias vueltas alrededor y cuando regresaba junto a su esposa, se fijo que una persona estaba de pie mirando hacia el río. Junto al embarcadero. Avanzó lentamente hasta encontrarse a un metro del sujeto y sin darle tiempo de decir algo, escucho una voz fuerte que se dirigía a él…

_ Las noches se hacen agradables cuando se juntan el buen tiempo y el sonido del río. Créame que las apacibles aguas son espejismos que ocultan dentro complicadas historias que para gente extraña no significa nada…Mi nombre es Manuel-pronunció mientras giraba el cuerpo- solo le pido que respete esas quietudes.
_ Usted no cree, caballero, que no es bueno ir andando por las casas a estas horas, como cualquier ladrón. Con el respeto que usted se merece.-refutó James-
_ Tiene usted toda la razón amigo. Sabe, esta casa lleva años, de los que recuerdo, sin ser habitada. Hace poco la arreglaron para alquilar a turistas; y aunque le aseguro que no hay mal ninguno ahí. Tenga cuidado si se atreve a navegar por las aguas de este río. Les aconsejo que lleven una pequeña piedra y la coloquen en sus bocas para que los malos espíritus no jueguen con su destino…
             Cuando termino de hablar, aquel raro personaje, un fuerte viento hizo que James se cegara por un momento. Al abrir los ojos, tal fue su sorpresa que no tenía a nadie a su alrededor. Estaba completamente solo. De regreso y en cama le contó a su esposa lo sucedido. Ella se impresionó por la forma del encuentro; más, las palabras del personaje no le causaron ningún cambio específico.
             A la mañana siguiente. Después de un merecido y reconfortante sueño, toda la familia se encaminó al bosque para disfrutar de un ameno paseo. A eso del medio día, regresaron.  Los niños, siempre inquietos, propusieron a sus padres ir a navegar un poco por el río, aprovechando la lancha que tenían en el embarcadero. Los padres sin ningún problema, aceptaron.
             James puso en marcha la embarcación y mientras comenzaba a surcar el río. La silueta de aquel hombre que conoció en la madrugada. Estaba nuevamente de pie en la orilla. Observaba con una mirada inquietante. Margaret se acordó del comentario que le hizo su esposo. El cual, mirándole a los ojos le dijo en tono burlesco: -No creerás tonterías- a la que ella contestó: -Por supuesto, en estos tiempos quien se puede imaginar estupidez alguna-. 
             Siguieron su rumbo cada vez más alejados de la orilla. El clima era benigno. Nada presagiaba que pronto una extraña experiencia les iba a cambiar la vida. El cielo empezó a transformarse. La claridad iba desvaneciéndose lentamente. Las aguas empezaron a embravecerse y hacía que la embarcación bailase al compás de las aguas inquietantes. De pronto, parecía de noche. Excitados, decidieron regresar. Camino al embarcadero comenzó a fallar el motor. Los niños se asustaron tanto que John, el más rebelde, juraba a todo pulmón que nunca mentiría y que jamás haría mal ninguno…
            Una sensación escalofriante recorrió el cuerpo de todos los miembros de la familia; cuando irrumpió de repente una fantasmagórica aparición, que con voz de otro mundo berraba incesantemente.
_ ¿Quién ha osado irrespetar mis dominios?...Malditos sean. Yo la hechicera. La reina de las oscuras profundidades he de castigarles. A ti te digo-refiriéndose a James- Hoy tu gran castigo será pagarme con el alma de tus hijos. Ellos ahora me pertenecen.
             De un pequeño remolino que se formó cerca de la embarcación emergieron dos hombres con piel de peces. Por más que intentaron luchar James y Margaret no tuvieron la fuerza necesaria para poder salvar a sus pequeños que desaparecieron dentro de las opacas aguas del río, arrastrados por tales personajes. Así como oscureció el día; de repente, el sol regresó inmediatamente. Las aguas se calmaron y el motor de la lancha empezó a funcionar. Los padres, desesperados, se lanzaron al río en busca de sus hijos. No los hallaron, por más que se zambulleron una y otra vez.
             Sin poder hacer, más nada, regresaron a la orilla. De prisa, corrieron hacia la casa para avisar a la policía y una voz los detuvo al instante. Era la del extraño personaje Manuel.
_ Usted nuevamente ¿Dónde están mis hijos?-le reprocho James-
_ Yo le advertí. Es mejor que no llame a nadie. No le creerán nada de lo que diga. Lo primero, hay que calmarse. He de explicarle lo que tenemos que hacer. Apresurémonos.
_ Dios nuestro. Esto es inimaginable. Por qué nos sucede esto a nosotros. Mis niños, mis pobres gemelos. Hare todo lo que me pida; pero, por favor ayúdenos…-imploraba Margaret-
             Dentro de la casa. Manuel le pidió a James que hiciera un poco de café y que una vez en la mesa, con más tranquilidad, les explicaría la manera de recuperar a sus gemelos.
_ Esta noche mientras duermas. Invocaré la presencia de tus hijos y en sueños te hablaran. Recordarás cada palabra que te digan. Hemos de hacer al pie de la letra sus deseos. No tengas miedo. Tu esposo y yo velaremos por tí.
             La noche se hacía eterna y aunque Margaret se resistía a dormir, no tuvo el aguante y se rindió al sueño profundo. Ambos hombres observaron, a los pocos minutos, como el rostro de la mujer cambiaba de expresión. Manuel miró a James y le pidió-descansemos nosotros y dejemos que tus hijos charlen con su madre. Mañana será otro día-…
             Y así fue. A la mañana siguiente. Margaret, dirigiéndose a su esposo y a Manuel, les manifestó:
_ Esto es lo que me dijeron en sueños: “Cuando llegue la media noche y la luna llena irradie con su mayor intensidad. La hechicera aparecerá en medio del río con sus lacayos. Ofrecerá nuestras almas al gran maestro hechicero. Si logra su propósito, su poder será infinito y revivirá a todos los seres oscuros de las profundidades del río. Aparecerá, luego, ante vuestros ojos, dos criaturas extrañas como nunca vieron jamás. Seremos nosotros. Ofreceremos nuestras cabezas, en contra de nuestra voluntad, para que sean sacrificadas. Cuando la hechicera levante su ponzoñosa daga, sólo habrá una oportunidad. Un certero disparo en todo el centro de una estrella grabada en su mano izquierda, hará que pierda parte de su poder sobre nosotros. Será la única manera cuando logremos defendernos.”
             Al día siguiente. John, Margaret y Manuel preparados, buscaron un lugar para esconderse. Esa noche la luna empezó a relucir, un tanto opaca debido a las nubes que disfrazaban su brillo. Ocultos entre unos poblados arbustos. Esperaron.
             Al llegar la media noche, observaron que la luna iba liberándose del yugo de las nubes, mostrando toda su imponente luz. El brillo hacía ver la piel del río como un suelo repleto de diamantes. Una vez más, un remolino deshizo la prodigiosa visión que ofrecía la luna reflejada en el río, para dar paso a una escalofriante y vil figura enmarcada en la malvada hechicera. Mientras surgía del río, pronunciaba:
_ “Gran padre hechicero, vengo a ti para ofrecerte en sacrificio a mis hijos. Esta noche, sellaremos, con sus cabezas, nuestro pacto que durante siglos juré ofrecerte”…
             Mientras ella berraba tales palabras. Dos grandes monstruos, en forma de lampreas gigantes, aparecieron rozándose la piel, hasta colocarse frente a la hechicera. Sus cabezas se postraron, una sobre otra, justo a la altura de la cintura de la malvada bruja. Luego de unas frases, en un idioma extraño. Levantó las manos que sujetaban una rara daga. Manuel en silencio cogió de su maletín un rifle y sereno apuntó hacía la marca dibujada en la mano de la hechicera. De un único y certero disparo, hizo que soltara la daga. Mientras esta giraba para ver de dónde vino el disparo. Los niños convertidos en gigantes lampreas ya no estaban bajo el influjo malévolo de la hechicera. Los hombres pez trataron de detener el embiste de los gemelos; pero no pudieron. La hechicera trato de contrarrestar; más, siendo envuelta de manera rápida, le fueron quitando el aire suavemente, hasta que desapareció convertida en escamas. Sus lacayos, al ver lo sucedido. Huyeron.
             John, Margaret y Manuel salieron de su escondite para correr hacía la orilla del río. Las dos monstruosas figuras se acercaron hasta la orilla también y mirando fijamente a su madre se postraron a sus pies. Ella, los abrazo con tal amor que las lágrimas goteaban intensamente, surcando su rostro, hasta caer al vacío y bañar la piel de los monstruos.
             Increíblemente empezaron a transformarse y ahí estaban, los gemelos abrazados a su madre. John se acerco a ellos y también se sumo a tan hermoso momento. Al volverse para darle las gracias a Manuel. No lo ubicaron. Pero, un hermoso lobo, piel dorada, se hallaba en su lugar. Los miró por un instante y luego corrió adentrándose en lo espeso del  bosque. Entendieron que su amigo, marchó.
             El tiempo pasó, desde aquella vez en que un viaje de vacaciones se convirtió en una pesadilla; pero, con un final feliz.
             Londres. La familia se reúne cada año para celebrar. Primos, tíos, sobrinos.  A la familia de John, por este día, le tocó ser el anfitrión. Reuniendo a todos en la sala. Sonrió y sonriendo a Margaret, sus hijos y sus nietos. Miró a sus familiares y les dijo:

_ “Hoy les contaré una historia que aprendimos, hace muchos años, en un viaje que hicimos a una tierra mágica llamada Galicia. Sé que les va a encantar…”.




* Relato que participó en el XXXX concurso de cuentos "Ciudad de Tudela"


RELATO "SEBASTIÁN Y LOS DRUIDAS"


SEBASTIÁN Y LOS DRUIDAS


                                                                                  LÁPIZ ANDANTE



Hoy es el último día en la escuela. La primavera está presente con todo su esplendor. Las manecillas de un viejo reloj nos distraen mientras tratamos de escuchar las palabras  cariñosas de la maestra. Ella, a falta de unos minutos para marchar, se dedicó a curiosear los motivos de tanta alegría. Cuando llegó mi turno, mencioné a mi abuelo. El pasaría un buen tiempo con nosotros; y eso,  si era un buen argumento para estar contento –le dije-.
Cuando el timbre sonó. Los niños que marchaban a casa en los autobuses, de los cuales me incluyo, aceleramos el paso. Mi corazón saltaba de la emoción; pues, pronto estaría en casa. Una vuelta por aquí, otra por allá y llegó el momento de bajar. Esperándome en la puerta de la casa, el abuelo con esa sonrisa maravillosa. Corrí a su encuentro y me lancé a sus brazos. ¡Era feliz!…
            En casa vivía con mi madre. Mi padre falleció hace muchos años; Según me contaron, tratando de apagar un incendio provocado cerca de las montañas, en las riberas del río Sil. Su avioneta desapareció al caer sobre un mar de fuego. Nunca lo hallaron. A parte de mi madre, mi abuelo era el único familiar que conocía.
            La cena estuvo muy amena. En la conversación, mi madre pidió al abuelo el favor de hacerse cargo de mí mientras ella resolvía unos asuntos pendientes fuera de la ciudad, por unos días. El abuelo con esa particular vitalidad, accedió sin problema ninguno.
_ No te preocupes hija. Sebastián queda en buenas manos. Además, ya es un pequeño hombre y no necesita que le pongan pañales- sonrió pícaramente-
_ Gracias papá, te quiero mucho. Queda en buenas manos, eso no lo dudo. Ni biberón, ni pañales.- rió mi madre- Mientras ustedes acaban de cenar iré a preparar mis maletas. Por la mañana, no podré verte hijo. Por eso me despido y ya sabes, tienes que cuidar también de tu abuelo.
_ Por supuesto mamá. Entre ambos nos cuidaremos. Puedes marchar sin preocupación.
            A la mañana siguiente. Al despertar, el abuelo entro en la habitación y nos miramos fijamente a los ojos, un aire de complicidad nos envolvió. Sacó de sus anchos   bolsillo unos papeles que parecían boletos de autobús y sonriendo me comentó:
_ Hijo mío. Te presento a los artífices que van hacer realidad una aventura maravillosa llena de magia, en un lugar rodeado de bellos bosques y en la que sus orillas se bañan con las preciosas aguas del río Sil.
            Al escuchar, aquel nombre, mi piel se puso de gallina. Malamente me recordó el trágico lugar donde mi padre falleció. Baje la mirada y mi rostro se oscureció de la tristeza.
_ ¡Dios que torpe soy!-se increpó el abuelo- mi pequeño, no fue mi intensión traer a tu memoria malos recuerdos. Tan solo quiero verte feliz y poder compartir, a tu lado, una aventura agradable.
_ Entiendo abuelo. Simplemente, recuerdo a mi padre y nada más. ¡Puedo superarlo!-precisé-
_ Pues muy bien. Eres todo un campeón. Haremos los preparativos esta noche para mañana a primera hora ponernos rumbo a nuestro destino. El monasterio de Santa Cristina de Ribas de Sil. De todas formas llamaré a tu madre para avisarle y evitar que se preocupe.
_ Vale. Suena interesante el paseo, esperaré con anhelo las primeras horas de la mañana.
            El viaje nos llevó unas cuantas horas. Estupendamente tranquilo y muy cómodo. La primera impresión cuando llegamos a nuestro destino, fue lo sosegado del paisaje y de su gente. El monasterio de Santa Cristina de ribas del Sil, es como nos explicaron: “Una antigua construcción hecha en piedra, hermosamente tallada…”.
            Eran cerca de las 19:00 horas cuando decidimos abandonar la zona y marchar a un lugar que mi abuelo había alquilado. Una pequeña residencia cerca del monte Varona, alejado del pueblo, en toda la plenitud del bosque.
            La primera noche. Entre el cansancio, la cómoda fogata de la chimenea y los cuentos del abuelo. Hicieron mella, en mí, arrastrándome a los brazos del sueño.
            Por la mañana, el canto de los pájaros y un haz de luz que penetraba por la ventana, me hicieron revivir toda la energía apaciguada por el agotamiento. Busqué al abuelo en su habitación y no lo hallé. Algo raro pasaba. Los segundos me parecieron eternos. Corrí hasta la sala y la puerta principal estaba entre abierta. Investigue por fuera. No había rastro ninguno.  La desesperación me embargó. Lastimosamente y por orden del abuelo no llevamos ningún aparato móvil con el cual podría haberme comunicado con el exterior. Desenfrenado pegue una carrera tratando de llegar al pueblo. Pero, cada vez que avanzaba sentía volver al mismo sitio. Me arrodillé de la impotencia y en mi rostro las lágrimas empezaron a caer. Cerré los ojos y con mis manos me cubrí el rostro, permanecí en la misma posición. No sé cuantas horas. De repente, un suave viento acarició mis cabellos, levanté la mirada y observé a un anciano de barbas y cabellos blancos. Finamente vestido con delicados ropajes de blancos satén, adornados con hilos dorados en forma de símbolos bastante raros. El con una voz suave y algo extraña, me dijo:
_ “De todos los sonidos, que son bastante surtidos. Mi joven amigo, me he quedado contigo. Te pregunto ¿Por qué los llantos? que son tantos, afligen tus ojos, pequeños y rojos.”
_ He perdido a mi abuelo. No logro hallarlo. Por más que lo busco, no lo encuentro y con la desesperación me he perdido.-le mencioné-
_ “Vaya problema que voy hacer, de mí, mi emblema. A un anciano he visto, desgraciadamente desprovisto. Entrar a la guarida de un mal druida. Muchos siglos pasaron, desde que lo condenaron. Ahora tu abuelo, se encuentra en el agujero. Por ser un niño de gran corazón, he de ayudarte con gran tesón. Has de creer, que todo puede ser. Mi nombre es Sortero. El que ayuda a cualquier forastero.”
            Aquel personaje raro logro calmar mis angustias. A medida que iba tomando conciencia, esta situación me descontrolaba. Si contara esta historia a otras personas; seguro dirían, que estoy algo tocado de la cabeza. Pero era lo único a la mano, para encontrar a mi abuelo.
            Según me contó, mientras caminábamos, con su manera peculiar de hablar: Pertenecía a un largo linaje de grandes druidas que habitaban los bosques cercanos al pueblo y que por culpa de un hermano, vaga sin descanso. Aunque no puede entrar a la cueva del culpable de su desdicha. Intentará por medio de mí, acabar con tan mal personaje; y así poder salvar; así mismo, a mi abuelo. Me explicó: En aquella cueva tenía que encontrar un envase de mimbre con la forma de una botella. Ahí guarda el malvado druida, el espíritu del abuelo. Este sería sacrificado al caer el sol y los cuervos vuelen, buscando refugio. Ya en la entrada de la cueva y luego de prepararme para la peligrosa aventura, posó sus manos sobre mí cabeza y me hizo sentir un poder extraño. En el acto, desapareció. Pero, en mi interior algo se adueñó de mi cuerpo. Retumbaba una voz en mi cerebro.
            Al cruzar la cueva, algo quemó en lo más hondo de mi ser y fue desapareciendo, poco a poco, a medida que iba ingresando en su interior. Escudriñe sin dejar espacio por revisar y esa voz dentro de mí me hacía hablar:
_ “Siento y no miento. Llegar al lugar, donde se ha de juzgar. Tantos castigos, de mis enemigos.”
            De tanto buscar llegamos a una estancia bastante lúgubre de forma circular. Estaba en pleno preparativo, una ceremonia. En el centro había un pedestal de piedra negra en la cual se hallaba posada un embase de mimbre como la que me describió el druida Sortero.
            Inesperadamente, de la nada, apareció un anciano vestido de manera distinta al druida Sortero, su ropa era negra con adornos de plata; igualmente, con raros dibujos. Cabellos y barbas negras…Y como si estuviese esperándonos, pronunció:
_ “¡Ah! Sortero el embustero. Mi querido hermano, no te doy la mano. Ahora te llegó la hora, de que acabe como se sabe, con tantos años de engaños.”
            No comprendía lo sucedido. Lo único que deseaba era encontrar a mi abuelo. Al momento una voz se materializó, nuevamente, en mi boca.
_ “¡Jajajaja…! Ahora que tengo y me mantengo, en esta inocente mente. Me vengaré y gobernaré. Mi enemigo Galigo, yo te digo. Sé, que no serías, aunque podrías. Dañar, sin pestañar a este imprudente, que calló en las garras de un ser elocuente…”
            Comprendí que había sido engañado. Este, de apariencia amable se adueño de mí ser y ahora no solo estaba en peligro mi abuelo; sino, yo mismo.
            El druida Galigo pudo decir que simplemente ocultaba el alma de mi abuelo para que no lo poseyera el malvado druida Sortiga. Entre el barullo y la discusión de ambos personajes. Detrás de mí. Sentí, un fuerte abrazo que me sujetó sin darme opción a defenderme. No lograba ver quien me sujetaba; hasta que sentí una voz conocida. Era mi abuelo…
_ ¡Es el momento Galigo! es todo tuyo. Salva a mi nieto.-preciso con ímpetu mi abuelo-
_ “Por supuesto mi amigo. Ahora le digo, a este malvado pasado, que sus horas sin demoras, acabaran y se convertirán, en toda felicidad de verdad…”
_ “¡Calla perdido! que yo si te digo. No te será fácil vencer, ni siquiera hasta en el amanecer. Así que, prepárate, cuando me suelte de este imprudente.”
_ “No te sobresaltes, que voy a por ti antes. Mal pensaste cuando entraste; en este mozo, que de maldad, no tiene como el raposo…”
            Sentía como obligaban al druida Sortera, a salir de mi cuerpo. La lucha no fue fácil. Galigo hizo denodados esfuerzos, hasta que de tanto forcejeo y de un buen tirón; Ambos, terminaron enfrascándose a golpes en todo el centro del recinto. Ya liberado. Abrace a mi abuelo y fuimos testigos de cómo el malvado druida Sortera. Era arrastrado, hacia la boca del envase de mimbre. Una vez doblegado y dentro. Galigo, muy cansado, rodeó el depósito y sus alrededores con hojas y flores de muérdagos, para que no escape sortera, nunca más. Pronunció las palabras mágicas:
_ “Viejo malvado, escucha lo sagrado. Vivir para engañar, no sirve para soñar. Si en tu corazón no se encuentra ninguna razón para salvarte, es mejor castigarte. Yo Galigo, te lo digo.”
            De pronto, todo cambió. Una luz tenue iluminó la cueva. Se transformó de lúgubre recinto, a un hermoso salón digno de un gran maestro. Hasta el druida Galigo cambió su aspecto…Así, mirándose cara a cara, con mi abuelo, sonrieron con mucha complicidad. Observe la buena amistad que había entre ambos y de un abrazo sellaron la victoria sobre el mal. Lo más maravilloso estaba por venir.
_ “Mi querido Sebastián, a donde van. Siempre lleva, aunque llueva, mi admiración por esta situación. Yo, Galigo, siempre ayudare a un buen amigo. Quiero regalarte, aunque sea por un instante; algo más hermoso, que los berros de un oso…”
            Y de repente. Ahí se encontraba mi padre. Observándome. Corrí hacia él, pude acariciarlo al igual que él a mí. Sus palabras dándome consejos me alegraron. Fue el mejor regalo de mi vida. Nunca quería que acabara este momento; pero, tenía que volver, mi padre, al lugar de donde vino. ¡Siempre estaré con ustedes, los amo!- me dijo y marchó-.
            Mire al druida Galigo y le agradecí por tan hermoso regalo. Me guiñó un ojo y con esa forma rara de hablar…
_ “Prepararse, para montarse. En el carruaje, que sale de viaje. Hacia los mundos, de los cuales, vos sois oriundos. Uno, dos, tres a viajar otra vez…”

            Como si el tiempo retrocediera locamente aparecimos cerca de casa. La aventura había acabado. Parecía que era un sueño; ambos, sabíamos que no era así. Mientras nos acercábamos al hogar, vi a mi madre que nos esperaba, sonriente, en la puerta de la casa. Ella, al vernos, corrió para abrazarnos. Nunca se imaginaría la maravillosa aventura que tuvimos el abuelo y yo…



* Relato que participó en el XXXX concurso de cuentos "Ciudad de Tudela"